Por Manuel Garrido-Lecca
La realidad actual de la industria musical nos revela que está sufriendo grandes cambios. El desarrollo de nuevas tecnologías y los nuevos medios de difusión y comunicación están cambiando la forma, el fondo y el comportamiento del negocio musical.
Desde mi perspectiva, el negocio de la música en nuestro país se encuentra dentro de una coyuntura expectante. La reciente nominación de dos temas del disco “A Chabuca” para los Latin Grammy de este año, en una de las cuatro categorías más importantes del evento (Disco del Año), así lo confirma. Por esta razón pienso que atravesamos por una etapa de transición: estamos dejando de concebir a la música como una suerte de artesanía para comenzar a mirar con seriedad lo que puede ser una industria musical de exportación. Para ello, necesitamos crear conciencia de que la música puede y debe comportarse como un negocio, uno muy difícil y, a veces, injusto.
Con frecuencia incurrimos en el error de pensar que la música o el músico no tienen relación alguna con los negocios. Por el contrario, la realidad es que el artista o performer, el músico, el productor, el ingeniero y demás actores formamos parte del negocio de la industria musical, y todos debemos contar con la capacidad de entender su funcionamiento para desenvolvernos adecuadamente dentro de dicha industria.
A mi parecer, la lógica es bastante simple: en todo negocio, si no se vende, si no se cumplen los objetivos o no se trabaja de forma apropiada, la empresa fracasará. La aplicación de esta conciencia permitirá trazar metas claras, alcanzarlas y, así, luego de iniciado el proceso, podremos comenzar a ver los resultados del emprendimiento musical en nuestro país.
Nuestro talento y creatividad tienen mucho aún para dar, y el haber colocado dos canciones en la categoría número 1 del Grammy debería animarnos a querer más. Entre todos, gobierno y empresa privada, debemos “cambiar el chip” y comenzar a ver nuestra naciente industria musical como un verdadero negocio, un negocio con un potencial de exportación tan rico como el de la gastronomía.
Finalmente, opino que hay ejemplos que podemos seguir. Tan solo basta mirar lo hecho por algunos países vecinos con realidades similares a la nuestra. Conozco bien el mercado colombiano, pues he realizado varias producciones allá. Hoy, los colombianos son una potencia en la música, pero hace no más de veinte años tenían una industria incipiente, como la nuestra en la actualidad. En este caso, la punta de la lanza fue Carlos Vives, quien internacionalizó el vallenato. En el gobierno, alguien le prestó atención a la música como producto de exportación cultural colombiano y fue desarrollada una política de estado en alianza estratégica con la empresa privada. Esa mecánica empresarial mixta fue la que le dio a Colombia el impulso para convertirse en potencia musical de nuestra región. Entiendo que solo así podremos establecer los cimientos para colocar al Perú en la escena de la industria musical iberoamericana.